Mi nombre es Floribeth Campos de Finizio, tengo 46 años, estoy felizmente casada y tengo 3 hijos: Gianfranco de 24, Giuliano de 18 e Isabella de 12 años.
A mis 41 años cuando me encontraba en lo mejor de mi carrera profesional y con miras hasta de un puesto regional en otro país para la empresa en la que trabajaba se me diagnosticó cáncer de mama en estadio II.
El darme cuenta de una manera tan extraña me demostró que Dios estaba ahí conmigo, sentí un calambrito y al tocarme el seno, sentí una bolita por lo que corrí a hacerme la mamografía y el ultrasonido a ver que era, pero aparentaba ser algo benigno. Fueron pasando los meses y la corriente la sentía de vez en cuando. Dando vueltas entre médicos, uno de ellos me envió a un oncólogo quien me practicó una biopsia y el veredicto fue lo que nadie quiere escuchar: “Tienes cáncer”.
Me realizaron una mastectomía radical de mama derecha con reconstrucción, en ese momento lo físico pasa a un segundo plano. Hoy le doy gracias a Dios por haber tenido seguro médico y haber podido hacerme la reconstrucción de una vez.
Pase por el luto del diagnóstico, perder el cabello y estar llena de cicatrices; pero siempre con actitud positiva porque quería ver crecer a mis hijos. Mi familia fue el motor que me hizo perseverar y no rendirme. Luego de 6 meses, empecé a ver la vida de una manera diferente, empecé a llevar mi vida en una velocidad diferente, ya más pausada, donde lo importante no era el correr y querer hacer todo rápido sino saborear cada día con mis hijos, mi esposo, mi familia y mis amistades, así como entender que Dios siempre tiene un propósito para nosotros solo que a veces nos perdemos en el trajín diario y hasta lo vamos dejando de lado.
En el 2019 escuché que estaban convocando un equipo de sobrevivientes de cáncer para remar en bote dragón y aunque no tenía idea de cómo se remaba o cual era la técnica; me animé a buscar por medio de amistades y fundaciones, sobrevivientes que se quisieran sumar hasta lograr alcanzar el número mágico de 14 remadoras para participar en el quinto festival que se realizaba en Panamá; sería el primero que tendría la categoría y que competiría con dos equipos internacionales de Argentina y Colombia. El pertenecer al equipo y ser su capitana me ha llenado de enormes alegrías ya que en ese festival ganamos medalla de oro en 200 mts y plata en 500 y 1,000 metros. El remo en bote dragón se ha convertido en una pasión que ha dado sentido a mi vida, me ha ayudado a apoyar a otras sobrevivientes luego de su diagnóstico y es una manera divertida de rehabilitación integral de cuerpo y mente. En este momento, adicionalmente soy la representante en Panama de la IBCPC (International Breast Cancer Paddlers Comision) agrupan a más de 250 equipos a nivel mundial de cáncer de mama.