COMUNICACIÓN. Un desafío para mejorarla
Tan sencillo y tan difícil, tan determinante y tan descuidado, tan beneficioso y tan devastador a la vez.
Seguramente se ha preguntado, a que me refiero; quiero decirle de qué se trata y deseo no solamente que lo sepa, sino que lo considere y evalúe su situación personal en relación a esto, que puede ser su mayor virtud, o su más grande debilidad, la causa de su paz en el día a día, o lo que gasta su paz día a día. Se trata de la comunicación con su cónyuge.
Muchísimos matrimonios, viven y terminan sus vidas, en un nivel de comunicación superficial, hablando solamente del clima, la hora, el sabor de la comida o de terceras personas, no conocen lo emocionante de emitir juicios en la relación, ni de comunicar con transparencia las debilidades o flaquezas, o los temores, simplemente porque esto trae riesgos y coloca en un estado de vulnerabilidad. Muchos cónyuges, “en son de paz”, prefieren tolerar todo, aún lo pecaminoso; porque saben que si dicen la verdad, inmediatamente se suscitará un problema.
¿Es esta su situación? ¿Acepta el desafío de hacer algo para mejorar, por lo menos de su parte?
Uno de los libros de “Constructores del Hogar” del ministerio Vida en Familia, dice que el hecho de pronunciar palabras no significa que exista comunicación; la comunicación que lleva consigo comprensión, tiene por lo menos tres componentes:
I.- EXPRESAR – Cuando hablamos, esperamos ser comprendidos por lo que decimos y sentimos. En el caso de las mujeres especialmente, sus palabras expresan intencionalmente lo que piensan, sienten o necesitan. No sucede lo mismo con los hombres.
La Biblia dice que la lengua tiene el poder de herir mortalmente, pero también de levantar y sanar al desvalido, Proverbios 12:18, es comparada con un pequeño fuego que enciende un gran bosque, con un pequeño timón que gobierna un gran barco en medio de feroces tormentas, con el freno en la boca de un fuerte caballo; dice que la lengua es un mundo de maldad con la capacidad de contaminar todo el cuerpo e inflamar el curso de cualquier vida; que ella misma es inflamada por el infierno y está llena de veneno mortal. El apóstol Santiago termina diciendo que “ningún hombre puede domar su lengua” Santiago 3:2-9
Tengo una pregunta directa para usted querido lector de esta revista: ¿Qué comunica su lengua a su cónyuge, qué expresa, qué ha causado?… ¿heridas, incendios, inflamación, cortes, desesperanza, devastación, envenenamiento, preocupación? o ¿fortaleza, ánimo, consuelo, alivio, gracia, seguridad, afirmación, calma?
II.- ESCUCHAR – Es raro encontrar personas que sepan escuchar, a menudo, encontramos quienes interrumpen y quieren dar consejos con el fin de arreglar los problemas de otros.
Escuchar cuidadosamente es la clave para comprender las necesidades de las otras personas. La persona que habla necesita ser el centro de atención. Debemos dar el tiempo y la libertad para que las personas se expresen.
¿Conoce a alguien que le gusta acaparar la atención?, seguramente frecuentemente hay cortocircuitos con esa persona y la comunicación fracasa. En el libro que escribió el apóstol Santiago en el Nuevo Testamento, dice lo siguiente: … “por esto, todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse” Santiago 1:19.
III.- RESPONDER – Unirse a una conversación implica intervenir, reaccionar y responder. A menudo responder con la palabra y la actitud apropiada genera apertura, confianza y seguridad.
Nuestras respuestas comunican claramente el grado de compromiso que tenemos, la medida de nuestro interés, nuestra disposición a ayudar, o todo lo contrario. Generalmente no podemos disfrazar o aparentar cosas con la persona que vive con nosotros, nos conoce tan bien, que reconoce nuestra sinceridad o falsedad con nuestra primera reacción.
Según la Biblia, «de la abundancia del corazón habla la boca» Lucas 6:45, así que, si piensa que el problema está en sus palabras o sus gestos, sepa que el problema de comunicación tiene que ver directamente con su corazón. Tal vez un corazón profundamente herido, o cotidianamente defraudado al punto de perder la esperanza, un corazón cerrado a perdonar a dar otra oportunidad, un corazón gobernado por el temor.
Permítame presentarle a quien puede sanar su corazón, aliviarlo de la manera que solo Él puede hacerlo, porque conoce en detalle todo lo que usted pasó o está pasando, su nombre es Jesús, su invitación es esta: “vengan a mí todos los que están trabajados y cargados y yo les haré descansar, lleven mi yugo sobre ustedes y aprendan de mí que soy manso y humilde de corazón; y hallarán descanso para sus almas, porque mi yugo es fácil y liviana mi carga” Mateo 11:28-30
No dude en comunicarse con la revista Chung Sir, será un gusto ayudarle.