Iglesia Evangélica China de Panamá hay clases lunes y miércoles clases tanto del chino como de español para adultos con un horario nocturno de 8 p.m. a 10 p.m. Su plan de estudio es de dos años y medio, en los que se utiliza un material didáctico totalmente diferente al de los niños.
En la iglesia Cada salón tiene capacidad para 20 alumnos, quienes son atendidos por un maestro y su asistente. Al momento de la entrevista su matrícula era de 280 alumnos, aumentando especialmente en verano.
Para participar en las clases solo tiene que llenar un formulario, adjuntar foto y presentar una identificación (cédula, pasaporte o certificado de nacimiento). El costo por semestre es por $230 que incluye la matrícula y los libros.
Entrevistamos a Ingrid Pitti o 再见, una panameña que estudió en el curso básico de mandarín en las clases de la Iglesia Evangélica China. Ella estaba en un grupo de adultos compuesto en su mayoría por descendientes de chinos en Panamá, segunda y tercera generación. Ingrid nos comentó lo siguiente:
“Éramos al inicio cuatro panameños criollos y al final solo quedamos dos y el resto eran descendientes de chinos, todos teníamos algunas dificultades en la pronunciación, ya que hay algunas palabras que su pronunciación es muy parecida.
Empezamos por lo básico, aprendiendo los fonemas y acentuaciones con el pinyin, pero fue muy rápido dos clases de pinyin, donde tuvimos que acostumbrarnos a acentuar todas las sílabas y a pronunciar las nuevas vocales que no hay en español. Luego avanzamos a conocer sobre los radicales o elementos en los que se descomponen los caracteres chinos, que no son como en el español sílabas o vocales, son palabras, que cuando se unen forman otras palabras. Creo que el mandarín en su esencia no es un idioma complicado, su estructura para formar frases u oraciones es mucho más sencilla que el español, no existen las conjugaciones en tiempos verbales, los “verbos” siempre se escriben y pronuncian iguales, no hay por ejemplo: comer, comí, comió, comimos, para identificar si es hombre, mujer o un grupo de personas, usan los pronombres”.
“Aprendimos los trazos que forman los caracteres, que tienen un orden y una dirección en la que se hacen. En lo personal fue la parte que más me gustó, de niña y adolescente estudié música y arte, así que fue fácil seguir la regla de la dirección de los trazos porque en dibujo debes aprender a hacer líneas con un orden específico y en la música los signos musicales también tienen un orden de cómo se dibuja. Para mí, escribir los caracteres chinos fue una experiencia hermosa porque los comparaba con escribir sobre un pentagrama o trazar la dirección de la luz en un lienzo, porque los trazos de un carácter chino tienen un ritmo, un tono; unos suaves unos fuertes unos cortos otros más prolongados”.
“No digo que sea fácil aprender, todo proceso de aprendizaje lleva tiempo y dedicación, algo que nos recalca la maestra Becky Yeh. Si no se practica, se hacen las planas, se pronuncia hasta el cansancio, no vas a aprender. Todo en la vida es así, y creo que ese el factor que determina si haces algo o no, la persistencia. Aprender mandarín como segunda lengua requiere constancia y esfuerzo, características que los adultos muchas veces perdemos y actualmente hasta a los niños y a los jóvenes les hace falta, vivimos en un mundo prefabricado, donde todo lo queremos poner en el microondas”.