Es una tradición donde exaltamos el valor de la INTEGRIDAD y AMOR A LA PATRIA con la historia del funcionario y poeta Qu Yuan (770-221 a.c). Pero también es una excelente razón para reunir a la familia que está en casa y en medio de esta cuarentena, preparar los ingredientes y enseñarles a hacerlo. Pasar la tradición a los más jóvenes Festival del Bote del Dragón
Hace más de 2 años, invité a mis hermanos Gladys y Alberto con su hija Tiffany, a armar unos cuantos Zongzi y que luego los llevaran, ya cocidos y disfrutaran con sus propias familias. Era un tiempo de gozo. Alberto inventó una herramienta para facilitar el empacado en forma piramidal de estos típicos tamales; ingeniosamente usó el cuello de una botella plástica de Coca Cola. Gladys recordaba los ingredientes que nuestra madre, una excelente cocinera, preciaba usar en aquellos tamales que hacía, hace muchos años. Antes nadie los tenía a la venta en los supermercados chinos.
Teníamos tal derrame de arroz por la mesa, por el suelo, un poco de Mung Beans que cayeron en el recipiente del arroz glutinoso, y no nos alcanzó el puerquito sazonado con 5 especies. Parece que tampoco nos alcanzó las yemas de huevos salados con ese color naranja brillante (si eran yemas de huevos de gallina, pues aquí es casi imposible conseguir esos enormes huevos de patos), para ponerlos a todos. Hubo que poner doble hongo, o doble castañas para compensar lo faltante. Sin nada de carne, prácticamente era como hacer Zongzi vegetarianos !!
Como hermanos, nos hablamos, chisteamos y dejamos atrás el tiempo de conflictos que dividió la familia. El negocio familiar que nuestro padre levantó, fue decayendo tras su fallecimiento. Hicimos mucho esfuerzo por salir adelante, pero no funcionó. Atrás quedaron los bochinchosos empleados que envenenaban nuestra relación familiar, y ahora solo hubo un tiempo de compartir, perdonar y seguir adelante.
Si, la familia es lo más hermoso que Dios nos ha dado, y debemos apreciarla más que nuestros negocios, sean exitosos o sean fallidos. Si, es verdad, cuesta trabajo restaurar una familia lastimada, pero vale la pena este esfuerzo. Todo se comienza con tu misma persona, ser el puente de unión, dar la mano en señal de paz. No esperes a que otros tomen la iniciativa.
El perdón fue el primer paso. Reconocer que uno mismo cometió tantos errores y sumados a los de los otros miembros de la familia, hicieron ese sisma. Por eso era necesario hacer las cuentas claras con Dios y pedir perdón por lo mal que uno manejó la situación. Luego viene el proceso de trabajar la paz con la familia.
Y estos eventos son una linda excusa de llamarles y volver a estar juntos. Para hablarse. ¿No te parece así? ¿Te ha pasado igual?
Vamos comparte qué has podido hacer para reunir a la familia con nuestras tradiciones chinas.
Un abrazo, Ana